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AlexisCornejo

Don Juan y el Romanticismo S. XIX

El mito de Don Juan

 

 

El mito de Don Juan da cuenta de sujetos y arquetipos que han tenido no sólo presencia en el tiempo, sino trascendencia y universalidad ya que permanecen en la memoria colectiva de los pueblos. Don Juan como personaje aparece por primera vez en “El Burlador de Sevilla” 1630 obra escrita por el monje español Tirso de Molina, quien nació en el siglo XVI. Dicha leyenda es continuada por José Zorrilla en su obra “Don Juan Tenorio“de 1844.  

 

Han existido muchas interpretaciones en torno a Don Juan Tenorio definiendo verdaderas tendencias en cuanto a su análisis, así por ejemplo:

 

Don Juan es visto como el símbolo de lo masculino y del conquistador perpetuo, domina por su arrojo, fuerza, por su honor y su reputación de galán bravo.

 

Don Juan, mito eterno, ha venido a convertirse -cualesquiera que sean sus grados- en símbolo viviente de la seducción amorosa masculina, de la agresividad sexual, del conquistador irresistible, del hombre audaz y disoluto que convierte el placer en fin de todas sus acciones. De aquí su condición de “burlador”, es decir, de hombre que busca a la mujer para la satisfacción egoísta de su goce, y escapa a toda permanente coyunda.”[1].

 

Una vez que Don Juan ya posee a la mujer que deseaba, la abandona, pues pierde la atención y su interés por ella.

 

Don Juan como expresión del patriarcado. El homo centrismo es un rasgo predominante en la obra, en donde Don Juan representa la antítesis e implica la opresión del arquetipo femenino. Desde esta óptica Don Juan actúa amparado por una cultura y dentro o imbricado en las normas que lo favorecen, implicando estas normas, la negación de la personalidad de la mujer.  Ante los hombres Don Juan también aparece como un personaje atractivo al cual hay que arrimarse, es decir, seduce o cautiva a sus compañeros desde su virilidad. Esto queda reflejado a lo largo de la obra por quienes se agrupan en torno a él para escuchar sus historias.

 

El varón con conductas donjuanescas percibe al amor como algo deportivo, lúdico, como una competencia permanente y esto lo vemos en el personaje literario que juega apuestas con otros varones desafiándolos a que traten de conquistar mayor cantidad de mujeres que él.

 

Don Juan implica la búsqueda desesperada de la figura materna o el intento de recuperar a la madre en cada mujer. Por lo tanto, sería una fantasía edípica. En esta visión Don Juan estaría representado en el lenguaje de Freud por el “Ello” y Doña Inés por el “Super yo”. La leyenda devela un supuesto imaginario erótico masculino como anhelo de poder, dominio, libertinaje que se refleja en la conquista compulsiva.

 

Por otra parte, hay quienes señalan que Don Juan es un personaje que representa la transgresión, la transfiguración de valores o  la inversión del platonismo[2] en términos que pugna por iniciar una moral desde la tierra desde lo mundano, profano, desde lo dionisiaco. Según Foucault los dos grandes sistemas de reglas que Occidente ha concebido para regir el sexo - la ley de la alianza y el orden de los deseos- “son destruidos por la existencia de Don Juan”.

 

Como vemos existen muchas interpretaciones cada una de las cuales, desde la perspectiva especulativa[3], posee ciertos rasgos lógicos, coherentes. Sin embargo, para poder abordar la obra de José Zorrilla tomaremos en consideración el mito desde el siglo XIX desde su contexto histórico, siglo de la obra Don Juan Tenorio, para esto nos adentraremos en la principal corriente que sustentaba el pensar del autor, a saber: El Romanticismo. Tanto para la caracterización de personajes como para entender la propuesta del autor apelaremos a esta corriente estética. Esta exigencia previa nos ha llevado además a ingresar en uno de los principales inspiradores del romanticismo, como es J. J: Rousseau.

 

El presente trabajo buscará dar respuesta a la siguiente problematización:

¿Por qué Don Juan en la obra es redimido por el amor de Doña Inés? En este sentido ¿Se recoge el mito como respuesta a la restauración tanto de la Santa Alianza (del absolutismo que intenta volver al orden previo a la Revolución Francesa) como al período napoleónico o del imperio francés (período marcado por la muerte de los ideales de la República). Por lo tanto, representa los propios anhelos liberales de la España del siglo XIX?

 

 Contexto histórico

 

El siglo XIX está marcado por la restauración o el retroceso de las ideas democráticas en Europa, no obstante, también es un período marcado por la Revolución Industrial, por el ascenso del capitalismo y la consecuente consolidación de la burguesía. Este cambio no es unívoco sino que se presenta como un proceso desigual en toda Europa.

 

Así por ejemplo, es en Francia donde las luchas contra la clase feudal (nobleza y el clero) por parte de la burguesía son de carácter radical, cuyo hito fundamental está dado por la toma de Bastilla en 1789, dichas luchas se encaminaron hacia una ruptura o  revolución por parte de esta nueva clase ascendente que busca consolidar políticamente sus avances en lo económico, sin embargo, dicho proceso adquiere el carácter de una revolución democrático burguesa por la amplia participación de las masas populares, tanto de sectores de la pequeña burguesía, artesanos, obreros pobres, campesinos, capas bajas de la población urbana y demócratas burgueses.

 

La burguesía, sin embargo, buscaba legalizar su igualdad con los estamentos feudales a partir de la República, por medio, de la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”[4] Igualdad, fraternidad, libertad, propiedad y soberanía del pueblo. La República nace en 1792 y fue posible gracias a esa participación de todas estas clases, la política de regulación y limitación de los precios es una consecuencia de la presión de las masas populares, oponiéndose a la libertad de comercio promovida por la gran burguesía quien obstruyó dichas medidas. El período del terror o dictadura tuvo en un comienzo participación  popular, participación que fue disminuyendo a medida que los jacobinos o la montaña fueron adoptando medidas más favorables a comerciantes e industriales o pasaron directamente a reprimir las manifestaciones obreras perdiendo de esa manera base de apoyo. La muerte de Robespierre (seguidor de Rousseau) marca el cambio del poder a sectores conservadores dando término al período Jacobino. A dicho período Jacobino le sucede tras el golpe de Estado de 1794 un Directorio que dio paso a una monarquía burguesa. En efecto, el período Napoleónico esta marcado por una amnistía a nobles. Involucra un quiebre con respecto al sueño republicano y una clara alianza de clases (alta burguesía con sectores nobles), existiendo además una restauración del culto cristiano (desaparece calendario republicano), se reconoce nuevamente la esclavitud y se niega la equiparación de derechos por parte de las colonias (esclavitud de los negros de Haití, las Antillas, Sto. Domingo, entre otros). El imperio Napoleónico surge en un contexto de guerras expansionistas nacionales con Austria, Inglaterra, Prusia, Rusia etc., es así como Francia en su intento de bloquear el comercio de Europa para aislar a Inglaterra (“bloqueo continental”), bloqueo que se ve impedido por el comercio de España y  Portugal, hace necesario el control de España por parte de Francia, de esta manera abdica Carlos IV instaurándose el hermano de Napoleón en España. El pueblo español se sublevará desarrollando una guerra de guerrillas contra los franceses, la falta de un rey legítimo da el pretexto para que las colonias españolas se independicen.

Las relaciones entre Francia y Rusia se deterioran por la falta de suministro ingles. En 1812 con ejército de 20 naciones y 600.000 soldados liderados por Francia preparan la invasión a Rusia. Se gana la batalla de Borodino. 14 de septiembre entran en Moscú (ansiosos de alimento y refugio debido a la política de campo arrasado de Rusia pero sólo encuentran una ciudad  en ruinas). El 19 de octubre 115.000 soldados con 40.000 heridos emprenden la retirada. 40.000 llegaran a Alemania. En 1813 continúan las campañas desastrosas. Pierde en la batalla de Leipzig. Los Austriacos, Bábaros, Prusianos llegan al Rhin mientras los ingleses desde España cruzaban los Pirineos. Esto hace que Napoleón abdique el 11 de abril 1814. Es desterrado dos veces primero a la isla Elba y definitivamente a la isla de Santa Elena tras la derrota ante Inglaterra en la batalla de Waterloo.

 

En otros países el proceso había sido menos traumático desarrollándose una revolución desde las alturas con monarquías constitucionales, este será el caso de Inglaterra, Alemania, más tarde se sumará España.

 

Tras la derrota definitiva de Napoleón se firma el acuerdo de Viena surgiendo la política de restauración. Que en lo fundamental buscaba fortalecer nuevamente  a las monarquías, para este efecto las relaciones internacionales quedaban reguladas por la “Santa Alianza” de 1815 (Es decir, por Austria, Rusia, Prusia). De esta manera, existe una reordenación de Europa a partir de la vuelta a una paz basada en las monarquías. Tenían además una política de intervención para mantener el orden acordado. Se delimitaron los intereses de las grandes potencias y se repartieron las correspondientes esferas de influencia.

 

En síntesis, de las antiguas potencias coloniales, solo Inglaterra logrará una supremacía por sobre las demás naciones como Francia, Holanda, España, Portugal. Para el desarrollo de la Revolución Industrial propio de los siglos XVIII, XIX y por tanto, para el surgimiento del capitalismo fue importante la concentración de la riqueza, lográndose ésta sólo por medio la pauperización de las masas, la separación violenta del trabajador de los medios de producción y del campesino de la tierra, es decir, por medio del surgimiento del trabajo asalariado. A esto se añadió el saqueo de las colonias bajo relaciones de desigualdad que contribuyó a forjar el capital y el surgimiento de la gran industria pesada en los países de Europa. Desde esta óptica volver a las relaciones monárquicas y clericales sólo rezagaría o frenaría el proceso y las nuevas fuerzas productivas. Es por esto, que la Santa Alianza tenía sus días contados, pues buscaba detener las aspiraciones nacionalistas de pequeños estados como Alemania e Italia oprimidos por las grandes potencias.

 

Este va a ser el panorama  en que se va a desenvolver la vida de José Zorrilla (1817-1893) especialmente a nivel de urbe (Madrid) en ateneos literarios bohemios. Su tiempo esta marcado por pugnas entre la monarquía representada por Fernando VII y el liberalismo. En 1820 vuelve la inquisición, la censura, existiendo insurrecciones liberales. Fernando VII no había podido mantener su régimen absoluto contra la oposición, es por esto, que la Santa Alianza intervendrá nuevamente España a través de Francia (1823). España se empezará a industrializar, pero aún continuará con convulsiones internas.

 

Las nacientes burguesías nacionales necesitaran un movimiento espiritual para la dominación. Este movimiento intelectual debía oponerse al renacimiento y neoclasicismo, al mismo tiempo debía representar también una edad de oro pero en vez en vez de centrar su interés en el siglo de oro de Pericles lo haría en la Edad Media cristiana. Dicho movimiento será el Romanticismo.

El Romanticismo

“A los entusiasmos de la revolución francesa, a sus excesos y a sus ilusiones siguió la reacción de las viejas clases sociales y al imperio napoleónico sucedió el Tratado de Viena y la voluntad de resucitar antiguos ideales, sobre todo aquellos contra los cuales la acción revolucionaria había sido excesiva y contraproducente. A la Europa neoclásica  sucedió la Europa romántica, los ideales de la razón eran reemplazados por los del sentimiento, el anhelo de libertad de las naciones y de las clases oprimidas, traicionando por el utópico iluminismo que había chocado con la realidad histórica, intentaba reponerse por medio del valor que se necesitaba en la conspiración[5]

 

En el siglo XIX el romanticismo pasa a ser el pensamiento dominante, esto quiere decir que la clase que ejerce el poder material en la sociedad es, al mismo tiempo, quien ejercerá su correspondiente poder espiritual absoluto. Por consiguiente, sólo es la burguesía quien tenía a su disposición los medios para la producción material y espiritual. Esto hace que se le sometan los sectores de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Por lo tanto, las ideas hegemónicas de una época son la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes.

 

“Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas. Los individuos que forman la clase dominante  tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominante como clase y en cuanto determina todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo”[6]

 

Si bien es dominante como ideología el romanticismo es un fenómeno sumamente complejo y contradictorio. Existen dos tendencias principales en el romanticismo:

 

  1. El Romanticismo tradicionalista que posee una concepción  irracionalista, que es devota a la antigüedad y sus formas político sociales, que ama los monumentos ancestrales y las viejas dinastías  Desde esta perspectiva se culpa a la edad racionalista de haber llevado hasta la Revolución Francesa. Es por esto, que la invasión napoleónica desarrolla una respuesta nacionalista por parte de los sectores tradicionalistas. Así por ejemplo, la burguesía Alemana se horrorizo ante la violencia desatada por lo Jacobinos “cuando los jacobinos derrocaron a los girondinos, cuando empezó el “terror”, el fervor de la burguesía alemana “se trocó en odio fanático hacia la revolución” se asusto “de la manera plebeya de acabar de una vez con los enemigos de la burguesía[7]
  2. El romanticismo liberal se da principalmente en Francia y España (1810) es progresista y anti tradicionalista. Representante de Francia es Victor Hugo. Existe una adhesión a la constitución histórica, al sentimiento de libertad, a la propiedad colectiva. Por lo expuesto en último lugar también existe un tipo de romanticismo rupturista, trasgresor. 

 

El romanticismo implica una nueva corriente de ideas que tiene su expresión tanto en la literatura como en la pintura, la música, y la política. En él existe un fuerte individualismo pesimista que se encuentra influenciado por el “liberalismo, como sistema básico de relaciones económicas, y por la razón del intelectual contra los vínculos anónimos que genera el sistema, disolvente del antropocentrismo clasicista.”[8]

Es decir, en cuento teoría política representa la libre competencia, la iniciativa individual sin trabas o reglas provenientes del Estado o instituciones. De esta manera, tanto el liberalismo como el romanticismo eran el adversario tanto de los sistemas conservadores como de los democráticos. Asimismo, corresponde a una actitud específica frente a los cambios que se gestaban en la Europa propia del siglo XIX (la restauración, las luchas por parte de los nuevos estados nacionales como expresión de las burguesías en ascenso, del liberalismo, la Revolución Industrial, etc.).

 

El romanticismo representa un agotamiento en cuanto a la participación activa del ciudadano en el que hacer público y político, pues, posee un origen anárquico individualita. El romanticismo tradicional sirvió a la reacción feudal para idealizar el Medioevo; exhortando a volver al pasado como a unas condiciones ideales de vida espiritual. Esto era consecuencia de la incapacidad momentánea de nacientes burguesías como la de Alemania que se veían arrastradas a la evasión o a una tendencia que huye o se retrae de la realidad, por la impotencia, el miedo, el escepticismo causada como ya hemos dicho por la etapa del jacobinismo, pero también daba cuenta de la consolidación y posterior paralización del proyecto burgués en países como Francia en donde se relegaba a un segundo plano las ideas democráticas radicales siendo expresión del agotamiento de la burguesía como clase transformadora. Para el romanticismo liberal, sin embargo,  el rescate del estado de naturaleza, de las leyendas populares permitía crear cierto sentido de nacionalidad e identidad que no era otra cosa que el crecimiento del comercio, del mercado sobre la base de la cultura, lenguaje, pasado histórico, raza, economía, territorio común pilar para el surgimiento de los Estados naciones modernos. Dicha visión se oponía al cosmopolitismo napoleónico que era visto como el ideal de los invasores. Contra esos valores se resaltan nuevos conceptos como patria, genio nacional, genio de la raza, esta última visión revelaba las pugnas entre la propia burguesía procedente de diferentes países, la competencia por adueñarse o crear un nuevo orden mundial.

 

En síntesis, el romanticismo como expresión de la alta burguesía propugnaba frente al régimen absoluto de la época de la restauración, la idea de una monarquía constitucional basada en la representación popular. El parlamento debía ser representado por las  clases cultas y acaudaladas, el estado debía permitir la ganancia privada y el esfuerzo expansionista de los particulares. De esa forma, las corrientes nacionales promovidas por el romanticismo (por Herder) se unieron a las ideas liberales. Por lo tanto, es una reacción contra la Revolución Francesa y el movimiento ilustrado, por consiguiente, se vincula a posiciones del absolutismo feudal y a las de la alta burguesía.

Por último, detrás del romanticismo existe una reacción contra el despotismo de la razón, contra la universalidad de conceptos y normas que eran promovidos desde el clasicismo y neoclasicismo. El sentimiento y la pasión, propio del romanticismo, se oponen a la razón o la ordenación de la vida por parte del racionalismo propio del siglo XVIII. De esta manera, se busca superar el subjetivismo cartesiano, el solipsismo, el “yo pienso aislado” busca encontrarse con una realidad histórica.

 

Análisis de la obra

La visión de los personajes principales

 

Don Juan Tenorio está compuesto de dos partes, la primera (una noche del carnaval de 1541) consta de cuatro actos y la segunda (una noche de 1546), de tres. La primera parte es una mezcla de comedia de capa y espada y de drama romántico. El primer y segundo actos se centran en el libertino, el burlador (la rendición de cuentas de la antigua apuesta y el cerco a Doña Ana). Los subtítulos que da Zorrilla a sus actos son significativos: "Libertinaje y Escándalo" y "Destreza".

El tercero y el cuarto ("Profanación" y "El Diablo a las puertas del cielo") más que del seductor -lo cual añade connotaciones del libertino-, giran alrededor del seductor seducido, del descubrimiento del amor y la frustración de no poder alcanzarlo.

La segunda parte entra de lleno en el género de la "comedia de magia", del drama religioso romántico. Argumentalmente sustentada sobre el tema del "convidado", sus tres actos ("La sombra de doña Inés", "La estatua de don Gonzalo" y "Misericordia de Dios y apoteosis del Amor") tratan sobre la muerte y salvación del protagonista, ya no un libertino ni un amante sino un rebelde contra la divinidad de la que se cree despreciado.

 

Uno de los elementos más constantes sobre los que se fundamenta el tiempo dramático de la acción es la reiteración de la noción de apuesta y plazo: Hasta la escena XII del primer acto se vive el suspenso del plazo de una apuesta hecha un año antes. En esa misma escena, se realiza una nueva apuesta para la que se da un plazo de seis días, pero que todo el mundo entiende que es de cumplimiento inmediato. La segunda parte, se inicia con el plazo general de una noche para que concluya la apuesta de doña Inés con Dios, que además se entrecruza con los pequeños plazos que suponen las dos invitaciones a cenar.

 

Los personajes representan sectores acomodados nobleza, clero, órdenes de caballería con sus costumbres y lenguaje propio de Sevilla.

 

El personaje de Don Juan

 

Don Juan es un personaje literario, de raíces bíblicas, un personaje que es parte de un mito popular hispánico que representa algo de la cultura medieval. Es un hombre aficionado a las mujeres, sin distinción.

“Por donde quiera que fui,

la razón atropellé,

la virtud escarnecí,

a la justicia burlé

y a las mujeres vendí.

Yo a las cabañas bajé

Yo a los palacios subí,

Yo los claustros escalé

Y en todas partes dejé

Memoria amarga de mí.”[9]

 

Está representado por un noble sevillano mujeriego. Su criado es un villano, vive en la ciudad. El personaje femenino lo constituye Doña Inés, a quien con engaños, conquista. Don Juan es cínico, burlón, carece de escrúpulos para con las mujeres. Junto a él, hay un elemento cómplice, que se traduce en un deseo de inautenticidad, haciendo de él un hombre irreflexivo. Junto a estos, está el padre burlado, y los hombres asesinados por él en escaramuzas, es decir, Don  Gonzalo y  Luis Ulloa este último es el padre de Doña Inés que vuelve después de ser asesinado tras la invitación que el propio Don Juan le hiciere a cenar después de muerto, a modo de burla y desafío. En Don Juan encontramos un miedo a la muerte; el tiempo no pasa por él, aspira inconscientemente a la inmortalidad. Con esto también encontramos la idea de la intemporalidad.

 

            En “Don Juan Tenorio”  se salva don Juan, quien se redime por el amor (idea romanticista), a diferencia del don Juan de Tirso de Molina, quien muere condenado por sus pecados.

 

            Don Juan es el hombre de los sentidos. Es la representación que ha encontrado su base para ilustrar al hombre del placer. Desde la aparición de don Juan se ha querido indagar ¿quién es y qué representa don Juan?

 

Para Kierkegaard “Es el lado sensual e instintivo presente en todos nosotros. Es eminentemente el lado sensible. Es quien encuentra seguridad y fuerza en la percepción sensible y en la sensualidad”. Es decir, Don Juan entra en contacto con el mundo a partir de lo sensible. Esta actitud impulsiva de don Juan para con las mujeres, podría ser interpretada como un ocultamiento o un terror a la homosexualidad. Don Juan es contrario o lo más alejado de la filosofía. Es una imagen de la literatura, que sirve para recordarnos que no existe ningún concepto capaz de dar cuenta de la existencia humana en abstracto, que elimine, desdeñe o reprima la sensualidad. El ejemplo de don Juan demuestra al rededor de mil años de freno de las pasiones de una época.  Ningún concepto de la existencia humana será norma de la existencia si deja fuera la sensualidad.

           

Don Juan es el ser del libertinaje, es el hombre que conquista sin reflexionar y da testimonio del desconocimiento de un aspecto: el instintivo. Cada época cultural tiene un icono. Don Juan representa el reino de la carne que se enfrenta al reino del espíritu. Es el hombre que tiene el espíritu primitivo, antes que se asiente la reflexión. El representa el deseo o búsqueda de todos los placeres. Es una búsqueda sin fin caracterizando una esperanza frustrada.

“Partid los días del año

entre las que ahí encontráis.

Uno para enamorarlas,

otro para conquistarlas,

otro para abandonarlas,

dos para sustituirlas

y una hora para olvidarlas”[10]

 

Es un seductor que persigue el placer de los sentidos, es un hidalgo que le gusta ser amado pero no puede amar. Para él la vida es un presente provisional, por lo tanto, su vida posee un desarrollo circular revestido de placeres fugaces. Es el hombre atrevido de la conquista fácil y pasajera que no logra intimar sino someter a dominio a una futura victima o pareja. No busca el amor sino la satisfacción de los deseos. Para él las mujeres forman una galería anónima. De esta manera, es un “hielo ardiente” o un hombre que no quiere colocarse reglas de freno. Por lo tanto, su vida implica una negación a reconocer que somos seres para la muerte. Es una pasión llevada al extremo y un egoísmo frustrado. Es decir, la búsqueda del placer tiene un espiral aumentativo que hace que el hombre no se sienta satisfecho nunca. Esto le hace perder el dominio de sí. Una vez aumentado el carácter del placer deja de ser placer y pasa a ser dolor. Entonces se manifiesta otro momento que es el dolor, que es lo mismo que decir “el placer no cumple la sensación que promete, no cumple su promesa, no queda nada, por lo tanto, necesita ser aumentado o redimido”.

        

El individuo que se deja llevar por el placer pierde la autonomía, su filosofía esteticista consagra su vida a llenarse de cosas caras y exquisitas, en donde todo está dedicado al culto del cuerpo. En este pensamiento existe una inteligencia frustrada, que no está dominada por la voluntad, terminando por ser una existencia inmadura. Don Juan representa una experiencia moral realista, para quien el pecado era un conocimiento necesario oponiéndose de esta manera a la  metafísica cristiana.

 

Es por esto que es o se le caracteriza por ser seductor, maestro en las artes de la lucha, el ser indiferente a las normas y las leyes sociales, orgulloso, arrogante, indisciplinado, harto de fortuna, vigor, un ser individualista, pero sin identidad propia. Es individualista porque va en contra de las normas de comportamiento de la sociedad. Pero su propio sentido del honor lo hace dependiente de ir siempre en contra de la sociedad. Posee un juego de riesgo y apuestas, pero también de dependencias frente a la opinión de los demás, la necesidad de un público, de la adulación. El hecho de que Don Juan sea despojado, en el transcurso de la obra, de su herencia es significativo, porque su padre le está dejando fuera del orden genealógico y, por lo tanto, social. Le ha quitado el nombre del Padre precisamente porque Don Juan ha quebrantado la Ley del Padre. La salvación del alma de Don Juan en ese mismo lugar -por virtud del amor y del sacrificio de Doña Inés- reestablece el orden quebrantado, vuelve a poner las cosas en su sitio. La sociedad, simbólicamente representada en el panteón, ha recobrado su estructura, está de nuevo intacta. Por lo tanto, Don Juan es un ángel y demonio a la vez porque su vida se mueve siempre entre oscilaciones extremas, entre la salvación y la condenación, entre el amor y la burla, entre la vida y la muerte, entre el honor y el deshonor, etc.

 

Doña Inés

Doña Inés personifica el modelo romántico en el sentido que es sensible, frágil, pálida, soñadora, virginal, angelical con una mirada absorta en los cielos, viviendo en el claroscuro de los salones neogóticos leyendo álbumes de versos.

 

 No comen –ironiza un espectador-, se sustentan de aire; las mujeres de bien parecer pretenden alimentarse únicamente de pétalos de rosa. Crearon la costumbre, en la mesa, de llenar y de perfumar  su copa solamente con sus guantes, para demostrar su sobriedad.”[11]

 

Estas mujeres lánguidas se complacen por encontrar en el hombre la protección respetuosa que el romanticismo pone de moda. La dulce fragilidad que es necesario poner al abrigo de un convento, más aún cuando se trata de mujeres de fortuna. Con una educación rudimentaria que las habilitaba más para los cuidados del hogar, se deleitaban a menudo con una literatura delirante, alimento sentimental y moral (que posee cierta analogía con respecto a nuestras actuales teleseries).  Por otra parte, existe en Doña Inés una exageración de la sensibilidad, un predominio de lo emotivo ante la razón u orden neoclásicos, una tendencia al ensueño, fantasía e imaginación. Esto se evidencia en la languidez, los suspiros, desmayos, las confidencias a media voz y la seducción a partir de la escritura, versos pomposos y refinados cuyo vocabulario amoroso carga de misticismo. Explota en pasión e incluso desmayos ante versos caballerescos que la sitúan como ángel, Santa, reflejo divino, muñeca preciosa, inocente belleza y fragilidad que debe ser protegida.

Pese a ser el prototipo de la mujer pura,  santa, neurótica. Doña Inés es prefigurada por Zorrilla como antítesis de Don Juan. En este sentido, ella encarnaría el honor, la virtud, la religión y el respeto a la tradición, pero también el triunfo a través de la suavidad, y fragilidad en términos que logra la “reconversión” de Don Juan. Sigue amándolo a pesar de todo. En este sentido, se cumple la propuesta del Romanticismo en la cual el amor está más allá del bien y del mal. Por lo tanto, siempre se cumple de manera trascendente el ideal cristiano platónico.

 

Las figuras de Don Gonzalo, padre de Doña Inés, y de Don Diego, padre de Don Juan, dan cuenta de cierta nobleza feudal de larga data que se entronca con ideales caballerescos medievales ortodoxos. Sus acciones en la obra están encaminadas a proteger la honra de su familia y sus hijos (especialmente a Doña Inés), es así como Don Gonzalo Ulloa va  a la  hostería a cerciorarse de la supuesta fama de Don Juan de vividor, como forma de proteger a su hija doña Inés. Averiguar la conducta del prometido de su hija. Don Diego por su parte también busca comprobar en terreno lo que se habla de su hijo, una vez comprobados estos temores desheredara a Don Juan.

 

Luis Mejia representa un antagonista de Don Juan que a lo largo de la obra será superado y muerto por este último. Sus apuestas en torno a quien era mejor “burlador” y arrojado, marcaran el acontecer de la hostería Laurel. La apuesta entre Luis Mejia y Don Juan Tenorio queda bien expresadas en palabras de Don Luis:

 

“Vinimos a apostar quién de ambos sabría obrar pero, con mejor fortuna, en el termino de un año”[12]

 

Don Luis Mejía reúne también las características del tenorio. Cuando es vencido por Don Juan pierde la confianza de sí, teme que Don Juan lo venza nuevamente esta vez burlándolo con su prometida.

 

Los criados en la obra se inclinan o apoyan a sus respectivos patrones o a quien posea más dinero. Es así como Brígida contribuye al encandilamiento o enamoramiento de doña Inés, recibiendo para estos efectos una paga por parte de Don Juan. Un criado llamado Ciutti señala que con Don Juan “Varea la plata[13]

 

En la segunda parte del texto es importante la atmósfera de reflexión para el futuro arrepentimiento que se desarrolla en el panteón creado por Don Diego en honor a los muertos por Don Juan, don Gonzalo y  Luis Ulloa, y doña Inés que muere de pena por su amado. Don Juan vuelve a España años después de los asesinatos encontrándose a su arribo con su estancia (solar) cambiado por obra de su padre don Diego.

Las imágenes de piedra de doña Inés y luego don Gonzalo se aparecen para tratar de hacer recapacitar al sacrílego. Existen apelaciones a su conciencia, llamando al arrepentimiento y ha someterse al  tribunal de la justicia divina del más allá.

 

“Al sacrílego convite

Que me has hecho en el panteón,

Para alumbrar tu razón

Dios asistir me permite.

Y heme que vengo en su nombre.

A enseñarte la verdad,

Y es: que hay una eternidad

Tras de la vida del hombre.”[14]

 

Más adelante señala:

 

“Dios, en su santa clemencia,

Te concede todavía

un plazo hasta el nuevo día

Para ordenar tu conciencia.”[15]

 

 

Don Juan a último momento se arrepiente cuando las sombras y esqueletos se abalanzan  sobre él. Es en ese momento que doña Inés extiende su mano para tomar a don Juan  y elevarlo al cielo.

“¡Clemente Dios, gloria a Ti!

Mañana a los sevillanos

Aterrará el creer que a manos

De mis victimas caí.”[16]

 

 

El panteón se convierte de esta manera en un monumento que recuerda el horror de la conducta equivocada y deshonrosa. La idea de la muerte con imágenes macabras y ruinas  interpretan cierto estado de ánimo del personaje. El panteón busca develar las honduras ignoradas del espíritu. Por su parte, las estatuas de piedra, las ruinas, las tumbas, lo lúgubre, la noche, lo sombrío, fantasmas y la muerte actúan como un modo de evocación, memoria o de leyenda. Estos diferentes elementos sobrenaturales están traspasados de un espíritu cristiano.

 

 

 

 

Las invitaciones e interpretaciones desde una perspectiva romántica

 

En las obras existe cierta reminiscencia al pasado medieval justamente marcado por la ambientación, el tiempo y el discurso de sus personajes. En otras palabras en el romanticismo es recogida la nomenclatura o el decorado de Rosseau por parte de  sectores nobles, absolutistas o liberales adornando sus consignas con la “melancolía propia de una clase dirigente desplazada que conspira o transa para recuperar posiciones que considera inalienables respecto a su rango y jerarquía intelectuales”[17]

 

Desde una perspectiva romántica también se puede extraer una crítica al mal uso que hace Don Juan de las artes,  las letras, costumbres, de las formas protocolares y del boato, en el entendido que a partir de la lengua y la palabra escrita se engaña, se finge, para obtener por todos los medios posibles el fin propuesto. Esto lo desarrolla Rousseau señalando que en la antigüedad:

 

“Los hombres hallaban su seguridad en la facilidad de conocerse recíprocamente; y esa ventaja, cuyo valor ya no apreciamos, les evitaba muchos vicios. Hoy, cuando las investigaciones más sutiles y un gusto más refinado han reducido a principios al arte de agradar, reina en nuestras costumbres una deformidad vil y engañosa, y todos los espíritus parecen haber sido echados en el mismo molde; la cortesía exige incesantemente y el decoro ordena; se huye siempre de los usos pero nunca de su propio genio. No nos atrevemos a parecer lo que somos”[18]

 

Rousseau señalará que los títulos formales, los ornamentos, los protocolos pueden ocultar deformidades. Existe un mal uso de costumbres. En otras palabras ¿que ha creado la ciencia y el arte ilustrado? Nuestro filósofo responderá que los falsos saberes, las exigencias, cargas, y deberes llevan a la degradación de costumbres o han reprimido la vida instintiva, sentimental, natural.

 

“Las sospechas, los recelos, los temores, la frialdad, la reserva, el odio y la traición se ocultarán siempre bajo el velo uniforme y pérfido de la cortesía, bajo esa urbanidad tan elogiada que debemos a  la ilustración de nuestro siglo”[19]

 

Estas ideas erradas han facilitado el desarrollo de malas costumbres, siendo un ejemplo de aquello el proceder del “burlador”. Es por esta razón que en Rousseau, padre espiritual del romanticismo, se manifiesta la necesidad de alejarse o separarse de esos falsos saberes. Para lo cual se plantea reencontrar los valores naturales que en lenguaje de “Don Juan Tenorio” vienen dados por los valores de la península, pues son valores que redimen. El romanticismo apropiándose de dicha argumentación opondrá a la razón ilustrada, y al neoclasicismo los ideales nacionales de la España del medioevo cuyo icono más representativo, por lo menos en esta obra están dados por la imagen de Doña Inés. Sólo de esta manera se supera la contradicción principal como es que Don Juan quien no se somete a nadie termina finalmente sometiéndose a don Gonzalo en primera instancia y definitivamente a doña Inés quien simboliza o encarna el discurso religioso.

 

Don Juan se ampara además en la desigualdad moral, la violencia de los poderosos, que no son otra cosa que hombres artificiales motivados por pasiones ficticias.

 

“preguntándose siempre a los demás lo que nosotros somos, y no atreviéndonos a preguntarnos a nosotros mismos, en medio de tanta filosofía, de humanidad, cortesía y máximas sublimes, no tenemos otra cosa que un exterior superficial y engañoso, honor sin virtud, razón sin sabiduría y placer sin felicidad.”[20]

 

Para Rousseau toda diferencia moral y política al igual que el uso de la violencia por parte de sectores privilegiados tiene su origen en las relaciones de propiedad[21]. Para él, la desigualdad moral y la política, vienen establecidas por el consenso de los hombres, es decir, por convenciones.

 

En una palabra, competencia y rivalidad por una parte; y por otra, oposición de intereses, y siempre el oculto deseo de obtener beneficios a expensas de otro. Todos los males son el primer efecto de la propiedad y el inseparable séquito de la naciente desigualdad”[22]

 

Don Juan representa al dueño de la propiedad, al encomendero, que se sirve de las leyes y de los prejuicios sociales para lograr sus conquistas y luego quedar inmune. De esa forma extiende sus relaciones de dominio no sólo al ámbito material sino al de las relaciones sociales, de parejas. Sólo desde ésta lógica es posible ver al otro no como realización sino como límite, como cosa a someter como lo ve Don Juan. Por otra parte, puede hacer del otro, a quien somete vía propiedad, salario, entre otros, una extensión de su propia voluntad.

“El rico concibió por fin el proyecto más reflexivo que jamás ha entrado en el espíritu humano; y fue emplear en su provecho las mismas fuerzas que le atacaban, tomar a sus adversarios por defensores suyos, inspirarles otras máximas y darles otras instituciones que fuesen para ellos tan favorables como adverso les era el derecho natural”[23]

 

En suma, para el padre espiritual del romanticismo:

 

“Tal fue o debió de ser el origen de la sociedad y de las leyes, que dieron nuevas trabas al débil y nuevas fuerzas al rico; destruyeron sin esperanza de recuperarla la libertad natural; fijaron para siempre la ley de la propiedad y de desigualdad; hicieron de una torcida usurpación irrevocable derecho, y por beneficio de algunos ambiciosos, sujetaron a todo el genero humano para lo sucesivo al trabajo, a la servidumbre y a la miseria.”[24]

 

 

De esta manera la única salida esta en volver a la institución primitiva, a una cultura o nacionalidad que se puede recoger desde las leyendas o los cantos populares que le dan un carácter histórico y no abstracto a una patria. Toda separación o alejamiento de dicha institución lleva al camino de la degradación  y corrupción.

 

“Dedúcese de los expuesto que, siendo la desigualdad casi nula en el estado de naturaleza, saca su fuerza y acrecentamiento del desarrollo de nuestras facultades y del progreso del espíritu humano, llegando al fin a ser permanente y legítima por la constitución de la propiedad y de las leyes.”[25]

 

Lo que existe como solución es volver a tipo de sociedad más autentica basado en un tipo de propiedad colectiva. “Por que-como señalará Rousseau- según el axioma del sabio Locke, “no es posible que haya injuria en donde no hay propiedad[26]

 

“El primero a quien, después de cercar un terreno, se le ocurrió decir “Esto es mío”, y halló personas bastante sencillas para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuantos crímenes, guerras, muertes, miserias, y horrores habría ahorrado el género humano el que, arrancando las estacas o arrasado el foso, hubiera gritado a sus semejantes: “¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son para todos y que la tierra no es de nadie!”[27]

 

Por supuesto el cuestionamiento a la propiedad era algo inalcanzable e indeseable por parte de la clase burguesa que sólo buscaba consolidar la suya. Es por esto, que el romanticismo sólo toma algunos elementos del pensamiento de Rousseau (quien es visto como un representante de la pequeña burguesía radicalizada).

 

A modo de síntesis son las relaciones de propiedad las que permean las sociales entregándole a la clase dominante no sólo un discurso y una legalidad en la cual se puede desenvolver con soltura sino le entrega incluso la facultad de no acatar dichas normas y mantenerse impune. Es por esto que la transgresión de Don Juan si bien se opone al discurso religioso, espiritual, a los valores caballerescos, enalteciendo lo sensual, lo mundano, profano etc., destruye relaciones sociales, pues es excluyente o se erige desde el poder arbitrario de una clase minoritaria.

 

“respondiendo sólo a la idiosincrasia de los hombres en cuyas manos esta el poder”[28]

 

Por otra parte, apelar a los valores de Doña Inés como hace Zorrilla posee elementos conservadores contradictorios pues existe una negación de la mujer, que actúa como exclusión de la misma, de la vida pública y política para encerrarla en la esfera familiar, domestica, en el convento. A la época sólo la República[29] se había preocupado de la mujer pero con la muerte de la misma (de la república) se había vuelto a una visión conservadora en torno a la mirada femenina. Es así como el “Código de Napoleón” establece en su Artículo 213:

 

“El marido debe protección a la mujer, la mujer obediencia a su marido”. La mujer casada esta afectada de incapacidad: “no puede pleitear sin la autorización de su marido”;”no puede vender, dar, hipotecar, adquirir a título oneroso o gratuito, sin el concurso del marido”será, pues, el marido quien “administre de por sí los bienes de la comunidad; él puede vender, alienar, hipotecar sin necesidad de consultar a la esposa”.[30]

 

Según Rousseau el problema de la vida es el amor, pero el destino de la mujer se reduce a un “matrimonio arreglado” de ahí su melancolía. Esto lleva a un sentimiento antinatural que en caso de adulterio se castiga a través de una reclusión que va de tres meses a dos años, la indagación de la paternidad está prohibida. La mediocridad de la instrucción, el conformismo como educación las inhibía de todo posible aporte activo en las esferas tanto de la vida pública como de la administración de sus propios bienes. Existía cierto pensionado para sectores pudientes en donde las mujeres:

 

aprenden religión, lectura, ortografía, un poco de historia, y de geografía, algo de botánica, de física, de medicina, y artes de adorno, y, durante las tres cuartas partes del día, trabajos manuales”[31]

 

Se programa la vida de las mujeres pudientes[32] y se degrada las de sectores populares con trabajos forzados con salarios de subsistencia cayendo muchas veces en la prostitución.

 

La académica de la Universidad de Concepción, profesora Patricia Pinto, en su trabajo sobre Don Juan Tenorio denominado "De la jaula a la red”, refiriéndose al papel de la mujer en este caso Doña Inés en la satisfacción del hombre (Don Juan) afirma lo siguiente:

“La idea de que las mujeres como género existen para beneficio del varón se remonta en nuestra cultura occidental judeo-cristiana al Génesis, a la versión y lectura ortodoxa de éste. También a la cultura clásica grecorromana.

Desapego a lo material y un culto al sentimiento, a lo espiritual, expresado aquí en la figura de Doña Inés”[33]

 

En otras palabras tanto el romanticismo como el liberalismo y la burguesía como clase no tienen ninguna nueva o buena novedad con respecto a la mujer. El romanticismo sólo da cuenta de la existencia de grandes cambios sociales propio del siglo XIX en el sentido que muchas fortunas se quebrantaron después de la revolución y el imperio llevando a muchas mujeres de sectores acomodados o venidos a “menos” a escribir poesía, cuentos, novelas, etc. Desde esta perspectiva el romanticismo es un consuelo; las insatisfechas de la vida se persuaden de que tal es el destino de las almas nobles, que ellas son incomprendidas a causa de su misma superioridad.

 

“De este sentimiento que las satura, extraen la melancólica justificación y las dulzuras secretas de sus sueños quiméricos.”[34]

 

Por último, se debe ser enfático el romanticismo implica un engaño, pues existe una contradicción o confrontación entre la situación real versus los mitos que la literatura oficial confería. Desde esta perspectiva la mujer es encerrada en el seno de la familia, se le somete a la ley de la clase dominante que posee rasgos patriarcales, actuando su idealización a modo de mecanismo de compensación. El culto romántico no abolía en manera alguna el código de Napoleón. Por lo tanto, responde a una realidad sentimental restringida frágil propia de las clases acomodadas, siendo un engaño cruel para las mujeres de condición humilde y las de trabajo, como la mujer obrera que vive en la miseria. Para la mujer como para los sectores populares no existe igualdad moral, social, política. El romanticismo exige virtudes a las mujeres que no se imponen a los hombres.

 

 



[1] Frenciasco Arias Solis, “El gran mito de Don Juanaarias@arrakis.es

[2] Es Platón quien desarrolla un quiebre o fractura de mundos en el entendido que la realidad o ser se escinde en dos una invisible y otra visible, parágrafo 79ª. En la invisible existe el alma y en la visible el cuerpo. De lo siguiente se concluyen las siguientes consecuencias: En primer lugar, lo Divino, inmortal, inteligible, uniforme, indisoluble que se presenta en identidad consigo mismo, esta en el estadio del alma. Lo invisible. Parágrafo 80b y en segundo lugar lo humano, mortal, multiforme,  ininteligible, disoluble. Lo que nunca se presenta en identidad consigo mismo, pues siempre esta en movimiento (movimiento es corrupción para el mundo griego), éste es el estadio del cuerpo. Lo visible. 80b. Para Platón prima el mundo de las ideas sobre el del cuerpo,  de ahí que surja por parte del cristianismo la idea del alma encarcelada en el cuerpo, siendo el cuerpo el sostén de las tentaciones y lo pecaminoso que se opone a las ideas puras, eternas contenidas en el alma. Platón,”Fedón, Fedro” Ed. Alianza, Madrid, 1995.

[3] Especular proviene de especulum, espejearse, reflejarse, mirarse, reflexionar. La reflexión le permitió a Hegel unificar el dualismo cartesiano.

[4] Se proclamo la libertad de pensamiento,  de prensa, de reunión, de cultos, derecho al trabajo y a la instrucción. Los mayores de 21 tenían derecho al voto. Sin embargo, la igualdad de los ciudadanos  era formal ya que en los hechos no actuaba y por otra parte se recalco la inviolabilidad de la propiedad privada.

[5] Historia del Arte,”El arte moderno y contemporáneo”, Ed. Grijalbo, P. 420.

[6] Carlos Marx – Federico Engels, “La Ideología Alemana”, Coedición Ed. Pueblos Unidos- Ed. Grijalbo, Montevideo – Barcelona, 1972, PP 50-51.

[7] Julián Constantín, “Método y sistema de Hegel”Ed. Grijalbo, México, 1971, P. 35.

[8] Capítulo Universal, Eduardo Romano, “El Romanticismo Francés”, Ed. América Latina, Buenos Aires, 1968, P.74.

[9] Zorrilla José, “Don Juan Tenorio”, ED. Universitaria, Santiago, P.38.

[10] Ibíd., P.43.

[11] Grimial Pierre, “Historia Mundial de la Mujer” Ed. Grijalbo, Barcelona – México, 1974, P.106.

[12]Zorrilla José, op. cit., P.36.

[13] Ibíd., P. 22.

[14] Ibíd., P.138.

[15] Ibíd., P.139.

[16] Ibíd., P.152.

[17] Capítulo Universal, Eduardo Romano, “El Romanticismo Francés”, Ed. América Latina, Buenos Aires, 1968, P.75.

[18] Rousseau J. J., “Discurso sobre las ciencias y las artes”, Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1962, P. 32.

[19] Ibíd.., P. 32

[20] Rousseau J. J., “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”, Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1960, P. 128.

[21] Para Rousseau el origen de la propiedad esta en el trabajo. Este una vez creado desarrolla su propia lógica que se formaliza en leyes“el trabajo es lo único que, dando derecho al cultivador sobre el producto de la tierra que ha labrado, se le da, por consecuencia, sobre el suelo, por lo menos hasta la recolección; y así de año en año, al ejercer posesión continua, se transforma en propiedad…La partición de esas tierras entre los nuevos dueños produce una nueva clase de derecho. Es decir, el derecho de propiedad, diferente del que resulta de la ley natural” Rousseau J. J., “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”, Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1960, P. 101.

 

[22] Ibíd., P. 103.

[23] Ibíd.., P.106

[24] Ibíd., P. 107.

[25] Ibíd., P. 128.

[26] Ibíd., P. 97.

[27] Ibíd., PP. 88-89.

[28] Hokheimer Max, “Historia, metafísica y escepticismo”Ed. Altaza, Barcelona, 1988, P.36.

[29] Es así como Condorcet  es el primero en percibir el problema de la situación de la mujer en la sociedad. Desde 1789 se genera un movimiento con Rosa Lacombe o Théroigne Méricourt dicho impulso se rompe a partir de 1794. Estas reivindicaciones las tomará la clase obrera, como por ejemplo Jean Michel en la comuna de París, entre otros.

[30] Grimial Pierre, “Historia Mundial de la Mujer” Ed. Grijalbo, Barcelona – México, 1974, P.93.

[31] Ibíd., P.95.

[32] En los primeros años de vida se internaban en un pensionado, de los 16 a 17 años después del pensionado eran destinadas al matrimonio (que era la alianza de dos familias). Se establecían listas con columnas de las jóvenes, así en la primera columna iba el nombre, en la segunda, la dote en cifras, en la tercera las “esperanzas”, con atractivos, deformidades, educación, sentimientos religiosos (pero para que esto fuese efectivo tenía que sobrepujar las 50.000 libras de renta).Consistía en unir “dos fortunas para crear una fortuna mayor” Grimial Pierre, “Historia Mundial de la Mujer” Ed. Grijalbo, Barcelona – México, 1974, P.96. El protocolo que lleva al matrimonio seguía la siguiente secuencia: Grandes cuidados en la aparición de la debutante en el espacio público (opera, gran baile etc.), en la presentación de la muchacha. Negociaciones “discretas”  entre familias acorde al origen de clase o estatus social. Entrevista “fortuita” y “breve” en la Iglesia o paseo. Petición de mano. Período corto de noviazgo con obligaciones rituales; ramo de flores, entrevistas bajo vigilancia de un rodrigón, preparación del ajuar, del canastillo, visitas a familias amigas. Se firma contrato ante notario. Fiesta donde se expone el ajuar, la canastilla, regalos. Matrimonio civil y religioso tienen lugar en la misma mañana. La mujer se presenta ataviada, escotada, con los brazos desnudos, y con flores naturales que simbolizan su pureza.

 

[33] Villarroel Patricia Pinto, “De la jaula a la red en un mundo patriarcal:
Don Juan Tenorio de Zorrilla
” Universidad de Concepción, P. 4.                                                                                                                                                                                                

 

 

[34] Grimial Pierre, “Historia Mundial de la Mujer” Ed. Grijalbo, Barcelona – México, 1974, P.108.

Don Juan Tenorio y el Romanticismo

Don Juan Tenorio y el Romanticismo